Para alguien a quien le gustan tanto los relatos, descubrir un libro llamado “Cuentos para leer con una sola mano” supuso toda una revelación; no es fácil encontrar relato erótico (ni escribirlo, lo sé por experiencia propia) así que fue un regalo caído del cielo. Encima su autora es una mujer, María Dubón, y para mí no hay relato más erótico que el relato erótico (valga la repetición) escrito por una mujer.
Reconozco, sin embargo, que la lectura me calentó por un lado pero me dejó fría por otro. No digo que no sea sexual o no rezume erotismo en todas sus hojas, pero se acerca peligrosamente a la línea difusa que separa la literatura erótica de la pornográfica. En el prólogo, María Dubón reflexiona sobre el significado de escribir literatura erótica, los prejuicios, tópicos y barreras sociales y culturales que hay que superar. A esa reflexión añado otra: los obstáculos que encuentra cuando se la clasifica como pornografía, ya que se le resta valor literario.
Para algunos, el libro de María Dubón será un género, para otros, el contrario. Pensando en ello me planteé una pregunta difícil de contestar: ¿qué es la literatura erótica? ¿Cuál es la diferencia entre ésta y la pornográfica?
Suelen coincidir los autores en que la diferencia entre una y otra reside en si puede calificarse su contenido como obsceno, es decir, grosero. La pornografía pretendería provocar la excitación sexual recurriendo a lo evidente, a lo vulgar, al empleo de la palabra coño y polla sin tapujos; mientras que lo erótico pretende provocar con metáforas y eufemismos que refuerzan su carga sensual. No en vano Pornográfico viene del griego Pornographos, relativo a la prostitución, siendo porne: ramera y grapho: describir. Mientras que Erótico proviene del griego eroticum, que deriva de eros, erotos, es decir, del amor. Quizá la diferencia entre erotismo y pornografía sea la misma que entre sensualidad y sexualidad, entre un beso en el cuello y una sodomización.
No voy a entrar en el terreno pantanoso de que en el amor puede haber pornografía y no por eso dejar de ser amor y que en una relación sexual por placer puede haber sensualidad y no amor, pero pienso que a lo mejor en el fondo la diferencia la marca el dios Eros y una sodomización sea erótica cuando él interviene y un beso en el cuello sea sucio si te lo da alguien para quien eres un objeto.
Sea como sea, esta disertación previa nos demuestra que la línea divisoria entre un género y otro es tan subjetiva como el lector que la traza, y probablemente se desplace a medida que éste madura y cambia. Los relatos que os propongo como lectura son para mí las obras cumbre del relato erótico, libros que no deben faltar en ninguna cabecera, cuentos eróticos que merecen ser leídos con una sola mano.
El Decamerón de Giovanni Bocaccio
Recuerdo con ternura este libro ya que mi padre tenía (lo digo porque ahora lo tengo yo) un ejemplar en cuero en lo alto de una librería para que yo no lo leyese ya que no era apto para niñas; así que yo hice lo que cualquiera hubiese hecho en mi lugar: subirme en una silla cada vez que se despistaban, cogerlo y leer al azar el párrafo que pillara. No entendía nada, la verdad, pero el morbo de saber que era verde me bastaba.
Con los años me he dado cuenta de que no era pornográfico como yo creía (y cualquier niño al que no se le explica la diferencia y para el que las dos cosas son lo mismo), sino erótico; es el ejemplo perfecto de lo que es este género literario: en “El Decamerón” Eros gobierna el mundo y los seres humanos están destinados al amor sensual (aunque deba expresarse y gozarse físicamente)
Escrito por Bocaccio entre 1351 y 1353 narra la historia de diez jóvenes que huyen de Florencia durante la peste que asoló la ciudad en 1348 y se refugian en una villa durante catorce días durante los cuales se entretienen contándose cuentos. Diez días (descansan viernes y sábado), diez cuentos cada uno, igual a 100 relatos. Los personajes de las historias son mundanos, procaces, y mentirosos, y sus aventuras graciosas y picantes. Las mujeres no dudan en dejarse arrastrar por la infidelidad por culpa de unos maridos poco apasionados y el clero es libertino y obseso (algo que se repite en todos los cuentos eróticos populares, no en vano Bocaccio se nutre de varias fuentes como los fabliaux o cuentos medievales)
“Venida pues la noche, el señor preboste vino, como le había sido fijado; y los dos jóvenes, como la señora había combinado, estaban en su alcoba y hacían mucho ruido; por lo que el preboste, silenciosamente y a oscuras entrando en la alcoba de la señora, se fue a la cama como ella le había dicho, y del otro lado Ciutazza, bien informada por la señora de lo que tenía que hacer. El señor preboste, creyendo tener a su señora al lado, se echó en los brazos de Ciutazza y comenzó a besarla sin decir palabra, y Ciutazza a él; y comenzó el preboste a solazarse con ella, tomando posesión de los bienes largamente deseados.
”Los prebostes tienen más peligro que una escopeta de balines, que diría mi padre.
La iglesia católica no se tomó a bien que algunos cuentos contaran las aventuras sensuales de los monjes y monjas en los conventos o de los prebostes en las alcobas de las señoras, así que mandaron a sus perros de caza y la Inquisición lo incluyó en el Index librorum prohibitorum, es decir, entre los libros prohibidos. Lógico, por otra parte. Lo que carece de toda lógica es que haya sido prohibido durante muchos siglos en otros lugares. Diversas copias del texto fueron destruidas en países como Estados Unidos o Inglaterra; sin ir más lejos, a mediados del siglo XX algunos magistrados ingleses ordenaron la destrucción de ejemplares. No ordenaron la destrucción de “Los cuentos de Canterbury” de Geoffrey Chaucer, claro, a pesar de que se inspirara en el Decamerón las historias no son procaces. Ay, la moral, la moral.
Jardín de Venus de Félix María Samaniego
Raro es el que no conoce fábulas de Samaniego (1745 – 1801) como “El asno y el caballo”, “La cigarra y la hormiga” o “La zorra y las uvas”, pero lo que no saben muchos es que tuvo a bien escribir “Jardín de Venus” en el que hay fábulas sobre otro tipo de zorras libertinas y caballos bien armados. Por culpa de estos cuentos licenciosos y anticlericales tuvo sus más y sus menos con la Inquisición que lo condenó a pasar una temporadita en un convento en Portugalete.
Jardín de Venus por Samaniego que “Escribiolos en el Seminario de Vergara de Álava por los años de 1780 y tienen burlas de frayles y monjas y mucho chiste y regocijo” contiene títulos tan sugerentes como “El país de afloja y aprieta”, “Las lavativas” o “El onanismo”. Las historias versan sobre mozas ingenuas que dejan de serlo seducidas por lenguas juguetonas, casadas insatisfechas que buscan buenos pajes con los que solazar en los pajares …
(…)La mozuela, que estaba embebecida cuando llegó este apuro, gozando una fortísima embestida, pensó un medio seguro para que la función no se dejase ni a su galán la tía allí encontrase; montó en él ensartada, tapándole su cuerpo y puesta en popa, mientras la tía, de jeringa armada, llegó a la cama, levantó la ropa por un ladito y, como mejor pudo, enfiló el ojo del rollizo escudo (…)
o monjes con miembros imposibles y mucho vicio, ya que los curas no tendrían donde caerse muertos, pero “Medicina de San Agustín”… tenían para dar y tomar (nunca mejor dicho) …
(…)Hecho el trato, a las doce se acostaron; matan la luz, empiezan las quimeras, y ocho postas seguidas galoparon sin dar paz a riñones ni a caderas; mas luego que la nona comenzaron paró la moza sus asentaderas, porque la pobre ya más no podía. ¡Tan duro y firme el fraile lo tenía! En fin, al ser de día, el religioso corrió la posta trece por entero y de la moza el chisme cosquilloso
puso como de patos bebedero(…)
Sabía mucho de patos y otros animalitos este Samaniego.
Cuentos Prohibidos Rusos de Aleksandr N. Afanásiev
Afanásiev (1826- 1871) fue un gran folclorista ruso. Estudió derecho pero tras una falsa acusación tuvo que abandonar su empleo y gracias a ello acabó descubrió su pasión por el periodismo y la literatura. En 1850 lo dejó todo y se dedicó en cuerpo y alma a recorrer provincias enteras para recopilar relatos tradicionales de la denominada Vieja Rusia. Los cuentos eran de tradición oral por lo que la tarea fue ingente, pero merecía la pena: El resultado fueron ocho volúmenes en los que se contenían 680 cuentos tradicionales rusos que se habían perdido con el tiempo.
Sin embargo, no obtuvo reconocimiento en vida y murió, como todos los grandes: joven (con 45 años) pobre (incluso tuvo que vender su librería personal para poder comer) carcomido por la tuberculosis y desahuciado del país que había amado y que no quiso publicar sus obras.
Los Cuentos Prohibidos Rusos incluyen cuentos tanto anticlericales como eróticos (pornográficos incluso) en los que se cuentan historias sobre criadas, señores y popes, muuuchos popes (sacerdotes rusos del rito griego a los que les encantaba practicar el ídem)
Siento un respeto especial por este escritor y también por su libro; no sólo porque es gracioso, procaz, vulgar y soez, sino porque imagino a Afanásiev sentado en una casa pobre al calor de un humilde hogar de leña escuchando de los labios de un campesino una historia como ésta.
Cuento XXVIII “La Mujer Del Ciego”
Había una vez un señor y su esposa. Un día el señor se quedó ciego y la señora se lió con un criado. El señor está preocupado de que su mujer se la pegue con alguno y no le deja dar un paso sin él. ¿Qué se puede hacer?
Una vez va al jardín con su marido, y va también el criado. Le entran ganas de pegársela con el criado. El marido ciego está debajo del manzano, mientras la mujer está a lo suyo, dándose el lote con el criado.
En ese momento el vecino se asoma a la ventana que da al jardín y ve el espectáculo: el criado monta a la señora; entonces el vecino le dice a su mujer:
-Mira, alma mía, lo que están haciendo debajo del manzano. Figúrate lo que sucedería, si Dios abriese los ojos al ciego y los viese. ¡La mata a palos!
-¡Bueno, alma mía! Ya verás que Dios le echa un capote a nuestra hermanita.
-¿Y qué capote le puede echar?
-Cuando llegue el momento, ya lo verás.
Ante aquel pecado, Dios abrió los ojos al ciego; éste ve que su criado monta a su mujer y grita:
-¡Ah, putón! ¿Qué haces, maldita cerda?
A lo que la señora:
-¡Qué feliz soy, querido! Anoche tuve un sueño: si pecas con tu criado, el Señor, como recompensa, abrirá los ojos a tu marido. Y así ha sucedido, gracias a mi sacrificio, Dios te ha devuelto la vista.
Milagros así no ocurren todos los días; ni relatos eróticos que merezcan toda una vida.
“El Jardín Prohibido” – Sergio Dalma
5 comentarios
me gustaría saber como puedo inscribirme para recibir mensajes y leer lo de ustedes
Gracias Arancha. Nos alegra que te haya gustado.
Una pasada el artículo. Me ha gustado muchísimo. Sois geniales!!
Veo que la literatura erótica viene de lejos, y además con unos relatos increíbles
Que reportaje más chulo. Me ha encantado. Menudos relatos